Guille y las palomas

Guille había dejado la bicicleta apoyada en la pared, bajo la terraza de un bonito  piso de la calle Biarritz donde vivía su prima Teresa que le iba a dar una clase de inglés.

control de plagasCuando salía de su clase descubrió un gran excremento de paloma sobre el asiento. Miro hacia arriba y vio una paloma, le gritó.

– Mira lo que has hecho, no podías haberlo hecho en otro sitio.

– Lo siento, no apuntaba. No podías tú aparcar la bici en otro sitio, respondió insolente la paloma.

Guille ante tal desfachatez cogió una piedra para lanzársela a la descarada paloma. La paloma que adivinó las intenciones de Guille alzó el vuelo y se desplazó a un árbol cercano.

Guille se fue indignado y al cabo de un rato volvió con un paño para limpiar el asiento de su bicicleta. La paloma todavía seguía en el árbol.

– ¿Porque estás aquí sola en un árbol mojándote con lo que está cayendo? le preguntó Guille ya menos enfadado.

– Yo vivía en aquel tejado de allí, casi bajo techo y calentita, pero ahora ya no puedo.

– ¿Y qué te impide volver allí?

– Los humanos han puesto unas barreras y ya no puedo pasar.

– Estarán enfadados contigo los vecinos. . . Ponéis todo muy sucio, seguro que ha sido por eso.

– Nosotros no usamos retretes, allí donde estamos… cagamos.

– No seas grosera paloma. He oído que ahora de cara al invierno es el momento de luchar contra las palomas. ¿Es cierto?

– Pues yo soy una paloma, no te voy a contestar a eso. Soy el ave de la Paz. Y rió.

– Anda dime.

control de plagas– Bueno, pues ahora en el invierno no tenemos crías y si nos desalojan es más fácil que abandonemos el lugar donde estábamos viviendo. Cuando tenemos crías hacemos lo que sea por volver y criar nuestros hijos, que por cierto, vosotros les decís pichones.

– Tienes razón, sería cruel que tus pichones murieran por falta de atención.

– ¿Por qué estáis aquí en la ciudad?

– Pues por error creo yo.

– Encontramos comida fácil con poco esfuerzo, hay personas que nos dan de comer en muchas plazas.

– Hemos confundido los edificios que habéis construido con nuestros acantilados o farallones donde vivimos en el campo y los aprovechamos para hacer nuestros nidos.

– Y una cosa más aquí,  no tenemos que estar pendientes de halcones y águilas que nos buscan como exquisito bocado allá en el campo.

– Mi tía que es médico me dice que sois animales peligrosos, aunque seáis el ave de la Paz, sois un riesgo importante para la salud humana.

– Eso es porque tenemos la fama de transmitir enfermedades.

– ¿Es una fama merecida?

control de plagas– Decís que transmitimos un montón de enfermedades como psitacosis, algo parecido a una neumonía, Histoplasmosis, criptococosis, en general son infecciones de los pulmones que se contagian al respirar en los sitios que hemos ensuciado. Pero también hemos contagiado la salmonelosis y además que contagiamos parásitos. Yo en mi nido he visto garrapatas, pero no les he dado importancia.

– Eres una inconsecuente.

– Somos así.

– Siento no haberte conocido en el campo, yo creo que es donde deberías estar. Una cosa más, no se te vuelva a ocurrir manchar mi bicicleta o el coche de mi madre. Ahora me voy a casa que tengo que seguir estudiando.

Guille se dio la vuelta y abandonó a la paloma que seguía en su árbol esperando a que dejara de llover y secarse para salir volando a buscar otro sitio donde pasar la noche a cubierto y calentita.

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