Eliminación de ratas negras

La rata negra es de menor tamaño que la rata gris. Esta rata de entre 15 y 20 cm. de longitud y una cola de 17 a 25 cm. La cola es más larga que la suma de la longitud de cuerpo y cabeza.

Habitualmente su peso oscila entre 125 y 250 gr. Las hembras son ligeramente más pequeñas que los machos. De ojos algo saltones  y orejas grandes y hocico puntiagudo, que permite diferenciarla de la rata común. Como indica su nombre, su coloración es oscura, variando entre el marrón oscuro y el negro. El vientre es siempre más claro. La cola suele ser también oscura. Sus excrementos pueden ser de hasta 1,5 cm. de longitud.

Viven en colonias organizadas dominados por un macho adulto y dos hembras subordinadas. Si viven en núcleos urbanos, son animales nocturnos en el entorno humano. Es menos comensal que la rata gris. Generalmente vive en zonas de matorral y bosque, plantaciones de huerta y frutales, etc.

Estas ratas son omnívoras de gran voracidad que se adaptan a todo tipo de hábitats (graneros, almacenes, zonas rocosas, arboledas, etc.) siempre que no exista un frío extremo

Pueden anidar en las copas de los arboles haciendo nidos esféricos con una sola apertura. Si hacen madrigueras son construidas en cualquier galería, túnel o cueva, sean naturales o artificiales. Construyen sus nidos con cualquier clase de material.

Las hembras alcanzan la madurez reproductiva a las seis semanas de vida, los machos algo más tarde. El periodo de gestación dura tres semanas, tras el cual se produce el parto. De media una hembra suele alumbrar 8 crías que son amamantadas durante 1 mes aproximadamente.

Son muy prolíficas, hasta cinco camadas al año, con una media de 7 crías por parto en el medio urbano. Las hembras son capaces de reproducirse cuando alcanzan un peso de unos 90 gramos, los machos algo antes.

No solo daña o destruye materiales al roerlos, consume y contamina alimentos almacenados, sino que también es vector o portador de enfermedades.

Fue la responsable de la peste bubónica, que asoló Europa en la Edad Media. Sigue siendo portadora y vector de enfermedades como el tifus, la salmonelosis, el hantavirus o la enfermedad de Weil. Es portadora de ectoparásitos como pulgas y garrapatas y endoparásitos como tenias y nematodos.

Por su capacidad de adaptación a medios humanizados, llega a constituir plagas en pueblos y ciudades, y con frecuencia causa estragos en cultivos de frutales, huertos y graneros donde consume y contamina gran cantidad de cereales. En los árboles, donde a menudo trepa, se come los brotes tiernos evitando el desarrollo de los mismos.

En nuestros hogares las medidas de prevención se basan en la eliminación de las vías de entrada y evitar que encuentren refugio y alimento en el interior de nuestras instalaciones. Así el eliminar los posibles refugios, reparar las fugas de aguas, sellar adecuadamente las grietas y oquedades de paredes, techos suelos.

Evitar que las vías de entrada habituales a nuestros edificios tengan holguras por donde estos animales se pueden colar. Colocar mallas metálicas que no puedan roer en ventanas o zonas de extracción de gases. Vigilar que todas las conducciones estén bien selladas.

Tener un almacenamiento ordenado que evite la posible creación de refugios. Almacenar los productos reduciendo al mínimo los huecos que puedan proporcionar refugios. Evitar que haya restos alimentos por los que se vean atraídos. No poner nuestra basura a su disposición

Para su control y eliminación disponemos de varios sistemas:

• Sistemas físicos de captura como pueden ser trampas y cepos.
• Sistemas químicos, habitualmente el uso de venenos rodenticidas basados en anticuagulantes. También el uso de sustancias que forman gases letales.
• En el medio rural la combinación de varios métodos y la planificación de las campañas de control incrementa la efectividad de las mismas. Así la limpieza de malezas junto con la utilización de un cebado con agentes tóxicos está dando muy buenos resultados.